viernes, 28 de septiembre de 2007

David

En los días que precedieron a su muerte, David había demostrado un amor a la vida superior o igual al del resto de los mortales de su edad: como ellos, perseguía frenéticamente a los insectos, y los despojaba de sus alas; deslizaba la mano entre las carnes de las adolescentes; miraba desafiante a quien trataba de ejercer su autoridad sobre él y demostraba a cualquiera su habilidad para robar bolígrafos, estuches, cuadernos, libros, mecheros, cigarrillos, móviles, revólveres. Quién le iba a decir que todo aquello no le valdría de nada para esquivar lo que empezó pareciendo un simple catarro y derivó en meningitis. De sus amigos, pocos le recuerdan; pero el resto de la clase todavía rememora las andanzas de aquel cabrón con pintas.

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