viernes, 27 de junio de 2008

Sobre las bombillas...

La noticia surgió el miércoles, creo, pero yo no quería hablar sobre nada nuevo antes de haber escrito el famoso artículo 1000 (que luego descubrí que era el 998, porque Blogger cuenta los artículos que están en "borrador"; tendré que des-borrar esos dos artículos). La noticia, digo, llenó de gozo ecologista varios hogares este miércoles, pero se trata de un gozo infundado.

Para justificar la subida de la luz (subida que es perfectamente justificable si tenemos en cuenta que, a pesar de la ley de Carnot, varios medios han publicado últimamente que un trayecto de 100 kilómetros en vehículo eléctrico cuesta un tercio de lo que costaría en vehículo propulsado por combustión de hidrocarburos), el congreso ha aprobado unánimemente un proyecto de ley para extinguir el uso de las bombillas tradicionales (bombillas incandescentes), "salvo en casos en que sean imprescindibles" (todavía no he leído qué casos sean esos).

Para explicar la medida, ocupó la pantalla el ministro del ramo, que explicó que, según las estadísticas, el 20% del consumo eléctrico se va en iluminación. Sí señores: a pesar de mis protestas cada vez que cambian la hora aduciendo ahorro energético gracias a la luz, parece que el electrodoméstico que más horas pasa encendido es la bombilla, y no el frigorífico y el arcón congelador, el televisor de cada habitación, el ordenador compartiendo archivos, el router que te cambia la IP si lo apagas y te fastidia, la impresora y el escáner que no tienen "apagado duro", y que se estropean o se desconfiguran si los desenchufas, la wii, la play y la xbox (al menos la primera me consta que tampoco tiene apagado duro), el pvr, el disco externo del pvr (no lo apagues, que entonces no graba), el vídeo, el DVD (este sí lleva apagado duro porque es de marca cutre), los tres terminales inalámbricos, el cargador de baterías, el móvil cargando...

No, señores, lo que más gasta (una quinta parte del consumo!) es la iluminación. Tampoco se nos dice si la encuesta está hecha sobre hogares, sobre oficinas o sobre el total global (evidentemente, iluminar cada calle de Madrid cuesta un congo, y antes de que lleguen los autobuses o el metro llegan las farolas a cada calle: la farola la paga el urbanizador, pero su luz suele ser del ayuntamiento). Cuesta creerlo, pero si existe realmente esa encuesta (y no se elaboró, por ejemplo, en la anterior crisis del combustible, allá por los 70), habrá que admitir, contra lo que dije en su día, que la electricidad sigue siendo básicamente lo que era a principios del siglo XX: luz.

En cualquier caso, tienen sus Señorías que considerar que no siempre el ahorro viene por lo evidente. Ejemplo número 1. En mi comunidad de vecinos, las lámparas de la escalera son bombillas de bajo consumo. Las lámparas están temporizadas y son independientes para cada tramo de escaleras. Y, sin embargo, no ahorran electricidad: gastan mucha más. ¿Por qué? Porque la gente como yo, que en condiciones normales es capaz de bajar de un segundo a un bajo usando las escaleras (y la casa sólo tiene tres pisos), se decide por el ascensor en cuanto ve que el mezquino temporizador no permite siquiera dar vuelta a la llave y bajar el primer tramo de escalones. Por no gastar 60 Watios durante 1 minuto, gastamos 3000 durante 30 segundos. El ahorro es evidente.

Y lo mismo les puede suceder con las bombillas fluorescentes compactas, alias de bajo consumo. Es cierto que su duración es mayor, y su consumo mucho menor, pero, ¿han tenido en cuenta que como residuo son mucho más peligrosas que las otras? ¿Han tenido en cuenta que mientras las pilas, que ya no contienen mercurio, son depositadas en contenedores específicos, poca gente se toma la molestia de llevar las fluorescentes compactas a un punto limpio?

Además, las fluorescentes compactas no son adecuadas cuando se requiere iluminación instantánea. Por ejemplo, un frigorífico, que en principio podría beneficiarse del hecho de que las bombillas de bajo consumo no emiten calor, necesita una iluminación instantánea, para que el usuario cierre pronto la puerta.

Por otro lado, muchas bombillas fluorescentes todavía no se han beneficiado de los últimos avances en sus hermanos mayores, los tubos fluorescentes. Estos tubos, tan denostados por el parpadeo y la extraña gama de colores proporcionados por sus versiones más antiguas, han mejorado mucho en los últimos años, y deberían ser la opción a considerar (pues, a diferencia de la versión compacta, no tiras a la vez el tubo y su cebador). Y hay una opción última: la tecnología LED, que tímidamente está tratando de desplazar al sector más derrochador de las bombillas incandescentes (se trata de las halógenas, que en sus montajes habituales gastan mucho más, pero de las que nadie dice nada negativo), sin demasiadas posibilidades. Evidentemente, no se puede sustituir una minihalógena de 50W con un juego de led de 5 W pero, ¿y un juego led un poco mayor?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pues no seré yo, porque el único momento del día que enciendo la luz, es de 11.30 a 12.30, más o menos, para cenar. Como no sea el televisor...
Lo de luz es una coña, ahora me han dicho que hay que ver lo del amperios o no se qué, que si tienes más de tres cobrarán burradas... yo flipo.