lunes, 2 de febrero de 2009

Tratamiento de las nuevas tecnologías en el currículo de Lengua: un ejemplo.

NOTA BENE: El título que he decidido dar a este artículo de mi blog puede resultar engañoso, pero es el mejor que se me ha ocurrido. Se trata de un análisis de un caso concreto del tratamiento de las pomposamente denominadas "nuevas tecnologías de la información y la comunicación" («los ordenadores, o sea», que dirían los castizos). Y, además, he de advertir al lector que yo mismo soy el primero que, con su desidia y sus temores al plagio evita, por un lado, llevar a los alumnos al aula de informática (donde serían más difíciles de controlar) y, por otro, permitirles presentar sus trabajos mecanografiados. Quien quiera ver un buen tratamiento de las TIC en el aula puede remitirse a actilingua, y, dentro de este portal, al Blog d'una profe Dim.


He dedicado una tranquila guardia de primera hora a hojear el libro de Texto de la editorial Oxford para 1º de Bachillerato. Hasta el momento, no me había molestado en examinar detenidamente el apartado de técnicas de trabajo (ese apartado que casi todos los profesores solemos sustituir por observaciones puntuales según vamos encargando tareas) y, dentro de él, el dedicado a las tecnologías de la información y comunicación. Sé que éstas están reflejadas en el currículo de la materia, pero me ha parecido decepcionante la manera en que se tratan.

En primer lugar, en un libro nuevo, sacado el año pasado a matacaballo, según las administraciones autonómicas secuenciaban en sus currículos los decretos de mínimos del ministerio (cosa que en Madrid ocurrió en el último momento, pero eso es otro problema), llama la atención que se siga hablando de "las bases de datos en CD-ROM" y no se hable para nada del DVD... cuando ya está el Blue-ray en muchos hogares. Está claro que los decretos (la ley siempre a remolque de la sociedad) hablan del CD-ROM, pero... ¿de verdad es pertinente enseñar a los alumnos qué cosa es un CD-ROM? ¿por motivos arqueológicos, quizá?

En segundo lugar, el afán conceptualizador. El alumno debe saber un vocabulario mínimo sobre las bases de datos: tabla, campo, registro... Pero ¿es necesario enseñar a los alumnos (además, mal) lo que es una base de datos relacional, contraponiéndola a una base de datos documental? ¿No es mejor enseñar al alumno por qué se usan bases de datos relacionales en lugar de modelos más estáticos como las bases de datos "basadas en fichas" (Dbase y todas las adaptaciones de rodolex al ordenador)? ¿O enseñar al alumno a crear una base de datos?

En tercer lugar, el uso de un vocabulario no adecuado. En un libro de lengua, el vocabulario tipográfico debería evitar el calco léxico, y hablar de tipografía, familia o fundición (calco éste, pero semántico) en lugar de fuente. No hay remedio: el vocabulario pseudo-técnico de informáticos, publicistas y diseñadores) ha acabado con la terminología propia de los oficios, de los impresores y tipógrafos, que eran los verdaderos expertos en el tema. 500 años de terminología especializada a la porra sólo porque alguien de una empresa de traducciones informáticas no sabía el nombre en español de un conjunto de tipos. Y luego se quejan de que los portorriqueños "vacunen" la "carpeta".

Por otro lado, se agradecen enlaces a páginas como www.cervantesvirtual.com (el primer enlace que escribí en la pizarra de mi 1º de bachillerato) o www.rae.es (el segundo), pero, dado que se trata de alumnos de bachillerato, habría que enseñarles a usar el dpd, el crea, el corda y la consulta de las ediciones históricas del DRAE (en el apartado dedicado a los distintos tipos de diccionario se habla sólo de aquéllos en papel; en el dedicado a enciclopedias y diccionarios en Cd-ROM se habla sólo del RAE y un par de enciclopedias; en el dedicado a internet, no se habla de diccionarios: el espíritu del currículo sería tratar todos estos a la vez, no separados).

En fin, que un desastre. El único consuelo, como siempre, es pensar que yo lo habría hecho peor...

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