lunes, 13 de septiembre de 2004

Vuelta al cole

Estos días todo el mundo está hablando de la vuelta al cole, del dinero que se gastan las familias y de todo eso. Hay una serie de puntos que me gustaría dejar en claro.

Ropa
Aunque de vez en cuando se ha considerado la posibilidad de establecer un sistema de uniformes en la Escuela Pública (se usaban cuando mi hermano mayor estudió 1º de Básica en 1979), hay que tener en cuenta que actualmente sólo se compran uniformes en los colegios privados o concertados, por lo que la necesidad de usar uniforme obedece a una elección de los padres.
Por otra parte, casi todos los niños pueden usar uniformes del año anterior, o heredados de sus hermanos (o de familiares que asistan al mismo colegio), por lo que incluir los uniformes en la cesta de la compra de inicio de curso no es del todo apropiado. Por otra parte, dos o tres juegos de un uniforme, unos zapatos y un chándal de uniforme son más baratos que los cuatro o cinco juegos de camisas y pantalones de marca y el chándal oficial del Real Madrid que suelen llevar los alumnos de la pública.
En cuanto a la ropa de invierno que usan los chicos de la escuela pública... Bueno, supongo que en el verano y el invierno anteriores no habrán ido desnudos, ¿verdad?

Libros
Los profesores no nos desvivimos por obligar a los niños a leer distintas ediciones del mismo libro cada año. Es más, no sólo es que el asunto nos preocupe seriamente (puesto que produce problemas en la clase), sino que, al menos en Madrid, estamos obligados por ley a mantener el mismo manual durante varios años, aunque ya no se corresponda con la programación oficial (lo cual genera, por supuesto, algún problema de aplicación, pero estamos acostumbrados a enfrentarnos a tal tipo de problemas). Téngase en cuenta que en los últimos 6 años, muchos institutos (aquellos en los que la Logse no estaba aún totalmente implantada en 1998) han visto cambiar 3 veces la legislación en que se fundaban sus programaciones.
Por otra parte, en casi todos los institutos públicos hay un servicio de préstamo anual de libros de texto. Pero, ¿saben qué? Los niños destrozan sus libros, ya sean prestados por el instituto o comprados. Solucionan los ejercicios en el libro, incluso cuando se les dice que hagan lo contrario. Y subrayan en el libro con bolígrafo (en alguna ocasión un alumno me ha subrayado mi propio libro, cuando se lo presté porque había olvidado el suyo, sin pensar que de nada le servía subrayar un texto que no podía llevarse a casa). Por eso los padres han perdido la costumbre de dejar los libros antiguos en herencia a los hijos menores (los alumnos de 2º de ESO de mi instituto se extrañaron cuando les dije que no destrozaran sus libros a final de curso porque los podían vender a los alumnos del año siguiente).
Con respecto a la gratuidad de los libros, debería bastaros leer lo que he escrito más arriba, acerca de cómo tratan los alumnos sus libros. No, cobrar el precio del libro a final de curso a quien lo haya destrozado no valdría de nada: los niños necesitan un feedback inmediato, es decir, que se les cobre el libro en cuanto el profesor, a principio de curso, detecte que lo han estropeado.
En cuanto al precio fijo de los libros, lo dejo para el siguiente post.

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