jueves, 30 de diciembre de 2004

Transporte de pasajeros y libre competencia: una reflexión

Desde hace unos años se habla mucho de la futura liberalización del sector ferroviario. Tememos la aparición de cientos de empresas explotando la misma línea, ignorando las señales, estrellándose y estrellándonos con sus trenes. Nada más lejos de la realidad, si consideramos lo que ocurre en otros sectores.
Hace muchos años que el transporte regular de pasajeros por carretera está "liberalizado", por ejemplo. Sin embargo, no hay dos líneas que vayan de Madrid a Zaragoza (por poner un ejemplo de un viaje reciente). Esas líneas se otorgan por concesión a una única compañía (que puede, después, comerciar con dicha concesión). Es más, en una ciudad como Madrid, no hace ni dos años que se han cerrado unas diez líneas de autobuses turísticos porque las ordenanzas municipales estimaron que debía haber una sola. Así que, en cuanto a autobuses, no hay competencia: ni en precios, ni en compañías. Y eso que, a diferencia de la vía ferroviaria, la carretera es suficientemente ancha como para meter autobuses de varias compañías...
Otro sector de transporte que pasa por estar "liberalizado" es el taxi. En una ciudad hay decenas de compañías de taxi compitiendo entre ellas. Sin embargo, el precio de los taxis es fijo: lo decide la corporación municipal por períodos de un año (si usted es extranjero y "negocia" un precio con el taxista al llegar al aeropuerto, sepa que probablemente le estén engañando). El número de licencias es, asimismo, limitado, y se conceden previo pago de una cantidad onerosa, lo que (en mi leal saber y entender) infringe el precepto constitucional antigremios que dice: "Nadie podrá ser obligado a afiliarse a un sindicato"). La competencia entre compañías de taxi no se puede basar ni en el precio ni en los servicios incluidos en el interior del taxi (pues el cliente no los ve hasta que monta), así que se suele basar en la red de comunicación entre los diversos taxis de una empresa y sus clientes.
Por último están las compañías de aviación. El colmo de la libre empresa. Explotan líneas libres, pero también líneas en concesión, pero, a pesar de esto último, sus tarifas no están reguladas anualmente, e incluyen medidas sociales como cobrar el combustible fuera del precio del billete. Imaginen que eso lo hiciera un taxista o un conductor de autobuses: "Señores clientes, depositen en el cepillo unas monedas, que nos acercamos a una gasolinera". Nos parecería extrañísimo. Pero el mundo de la aeronáutica es otra cosa: se puede diseñar un aparato rapidísimo que despilfarra toneladas de combustible y luego pedir al cliente que pague (pero fuera del billete, no sea que la cifra de la publicidad quede un poco alta) cada vez que los combustibles fósiles se agotan un poco más.
Y, llegados a este punto, me pregunto: el modelo de tren que quería González, el modelo de tren que quería Aznar, el modelo de tren que quería Rodríguez Zapatero, ¿se parecerá al regulado y falsamente libre modelo de las comunicaciones por carretera, o será más similar al también reguladísimo pero canallesco mercado de las comunicaciones aéreas?

ABSTRACT: this post discuses the future of spanish railways, and compares them with the "free" (multi-monopolical) market of road communications and with the "free" (half free, half regulated from concessions) market of plane transport.

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