martes, 19 de septiembre de 2006

De anorexias, modelos y otros

Quejas continuas de los diseñadores en Telemadrid, hace unos días. "El público quiere la talla 36, por tanto hay que darle esa talla". O como diría Lope: "Pues que las paga el vulgo es justo / hablar en necio para darle gusto". Pero los diseñadores olvidan que, pues Esperanza patrocina Cibeles, es justo / quitar las desnutridas, para darle gusto. Siempre les quedará Gaudí.

"Exigir que las modelos tengan un índice de masa corporal no inferior al 18, es decir, unos 56 kilos para una estatura de 1,75, puede ser incluso una discriminación ilegal. Porque el artículo 14 de la Constitución establece que todos los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social". Luis Ignacio Parada, que escribe lo anterior en ABC (17/9/2006), es un ejemplo de las cotas de inverosimilitud a las que ha llegado la polémica sobre las modelos de Cibeles. No sólo porque ni yo ni mi cincuentona vecina del 1º vamos a poder aducir tal discriminación si nos rechazan en un casting de modelos, sino porque incluso para formar parte de cuerpos estatales como la policía o los bomberos se discrimina según talla y peso.

Sigue Boris Izaguirre esta tarde (19/9/2006) en Cuatro, insinuando que mayor problema es el sobrepeso. En EEUU, uno de cada cinco tiene sobrepeso, y en Europa vamos por tal camino. Por ello, viene a decir, debería preocuparnos combatir el sobrepeso, y no la anorexia. Boris --a quien, como escritor que es, podemos suponerle tantos conocimientos de nutrición como los que yo tengo, es decir, ninguno-- olvida que los obesos sufren cuotidianamente una campaña de acoso, que es, precisamente, la que hace que algunas personas no obesas caigan en la anorexia. Pero es que a Boris hemos de suponerle, como a todos los periodistas, la creencia en la superioridad moral de los mass media.

En cualquier caso, la nutrición de los españoles debe de ser un problema, a juzgar por un artículo de Paco Rego en el Crónica de El Mundo, este domingo (17/9/2006), según el cual el almuerzo de los niños españoles consiste en huevos fritos con salchichas o con patatas, menú más apropiado para quien tiene que coger de nuevo el camión en media hora. Pero es que hablamos de la generación del llavín, que llega a las tres a una casa vacía y se cocina su comida. Estamos americanizando la dieta, pasando la comida principal del mediodía a la noche: según el mismo artículo, en la cena-promedio, a diferencia del almuerzo, sí hay primer plato.

Y una última reflexión: el desayuno fuerte propuesto a menudo por los médicos, y probablemente inspirado por culturas donde antes de la tarde sólo se toma un bocadillo, ¿no habrá contribuido a incrementar ese sobrepeso del que tanto nos quejamos ahora?

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