lunes, 9 de julio de 2007

Daudet: Cuentos del Lunes

DAUDET, Alphonse: Cuentos del Lunes, Barcelona, Bruguera, 1981

ISBN: 84-02-08421-4
Género: Cuento Costumbrista / Cuento Bélico.
Precio: 1€ en la Cuesta de Moyano (1,65€ según ISBN español; 4,48 en la edición moderna de Espasa, según ISBN Español).
Ediciones modernas: Espasa-Calpe y Debate.


Compré este libro porque era de Daudet, autor de quien suelo recordar sus Cartas desde mi molino (que descubrí con las versiones en cómic que publicaba Spirou) antes que su Tartarín (leído un mes de julio que pasé en casa de unos tíos). Y si hubiera quitado la sobrecubierta, habría descubierto la portada de un libro que tengo en el pueblo, pero que nunca leí, creyendo que ya lo había leído.

Los españoles solemos decir, cuando nos vence el pesimismo, que después de las campañas napoleónicas nuestro ejército sólo ha vencido cuando luchaba contra nuestro propio pueblo, o contra naciones subdesarrolladas. Después de leer este libro de Daudet, uno comienza a preguntarse si ése no sería el sentimiento de muchos pueblos a finales del siglo XIX.
Pues repasando la historia de Francia, y dejando aparte las victorias iniciales de los revolucionarios contra la amenaza absolutista, uno se encuentra pronto con la derrota final de Napoleón, y, después de ella y de una serie de campañas colonialistas, la derrota en la guerra de los prusianos y el conflicto civil de la comuna. Después, esas victorias pírricas (al menos para Francia lo fueron) llamadas guerras mundiales.
En la primera parte de los Cuentos del Lunes, llamada "La fantasía y la historia", nos retrotraemos a la época de la Guerra Franco-Prusiana y a los sucesos de la Comuna de París, vistos a través de un prisma especial: desde el primer cuento, "La última clase", se nos instala a la vez en el elogio de Francia y del conocimiento de la derrota. Pronto le sigue una serie de cuentos que analizan las causas del mal: la desidia de los oficiales del Estado Mayor; la molicie de la administración, que sólo busca preservar su sillón sin importarle quién esté al mando; la pasividad de los campesinos, que prefieren hacer negocios vendiendo vituallas al enemigo; el carácter belicoso y follonero de los obreros; el carácter indolente de los meridionales...
En la segunda parte, "Caprichos y recuerdos", los sucesos de la guerra se sustituyen por estampas costumbristas que a veces rozan el naturalismo o incluso lo grotesco: el obrero que gasta su paga en vino, el anciano acosado por sus hijos, el bibliófilo gorrón que saquea a un escritor en su lecho de muerte...

Leyendo este libro me pregunto si, de verdad, los españoles estaban en un estado tan lamentable a finales del XIX. Al menos, el carácter periférico de la nación, que nos hundió en varias guerras civiles, nos salvó de varios conflictos internacionales...

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