miércoles, 22 de abril de 2009

El cuento del miércoles: Transporte limpio

—Habría que inventar alguna vez —dijo Manuel sacudiéndose el polvo— un medio de transporte más limpio. Estoy harto de estas partículas residuales.
—No te quejes —respondió Felipe a los pocos segundos—. Si hubiéramos viajado en un destructor, habrían tenido que recomponerte con injertos.
—Ya lo sé, pero... ¿No habría alguna forma de moverse sin experimentar esta horrible sensación de mareo?

Manuel y Felipe estaban en la entrada de servicio del Quinto Ministerio, para tramitar los papeles de residencia del nuevo mayordomo de Manuel, que había resultado estar fabricado en Saip. Las importaciones de Saip estaban temporalmente restringidas a causa de una rebelión que duraba ya diez años, y había que consultar el Archivo Diplomático para comprobar que el viejo Ramón no hubiera llegado de manera clandestina. Los trámites hubieran sido más simples si el archivo hubiera dependido del Centésimo Cuarto Ministerio —Relaciones con Saip—, pero, en la última reestructuración, se habían centralizado los archivos diplomáticos de las diversas colonias y estados satélite en el Ministerio de Asuntos Exteriores.

Después de medio minuto de atenta lectura de los carteles, Manuel decidió interrogar a uno de los bedeles.
—Disculpe, ¿el archivo diplomático?
—¿Ha pedido cita para la consulta? Si no lo ha hecho, debe rellenar un impreso M-5-7098215 y pedir número para las ventanillas de la cuarta planta. El impreso y el número se solicitan en la misma planta, pero primero ha de acreditarse en el mostrador de seguridad.
—Bueno, creo que tengo cita... pero no estoy muy seguro. Tengo esto.
—Déjeme que vea... Ah, es una simple diligencia de remisión. La solicitud cursada en el Ministerio Centésimo Cuarto es transferida al Archivo Diplomático... Un asunto de Saip, ¿Verdad? Entonces, dicha solicitud debe ser revisada. ¿Le ha llegado una carta a su domicilio?
—No, creo que no...
—Voy a comprobarlo... —dijo el bedel, escaneando rápidamente el código de barras de la diligencia antes de proseguir— A ver... ¡Aquí está!. Debería haberle llegado esta notificación de no conformidad —y tendió a Manuel un grueso sobre que había sacado de su manga.

Antes de que pudieran examinar el documento, el bedel salió corriendo para atender a otra persona que hacía gestos histéricos desde el teletransportador.

—¿Qué dice el papel?
—Básicamente, se nos recuerda que el estado de rebelión en Saip hace necesaria la clasificación de los archivos correspondientes, y que se ha de hacer constar dicha situación en cualquier documento en que se nos pida certificación oficial de la fecha de entrada en el país.
—Pero, ¿eso no es lo que le dijiste al empleado cuando presenté la solicitud de residencia en el ayuntamiento?
—Habrá que probar suerte en la cuarta planta. ¡Vaya trastos más...!

Sin necesidad de oír a Manuel, Felipe respondió a la salida del teletransporte:
—Pues creo que en Saip usan camiones.

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