martes, 20 de marzo de 2018

En el curso de escritura creativa de la Open University en Future Learn hacen la siguiente propuesta: Comenzar con un personaje de lo primero que se vea por la tele o se oiga por la radio. 
Lo primero que he visto es un trío de hombres sobre un flamenco rosa... 


Fue idea de Juan. Yo nunca hubiera pensado meterme en el río en aquel flotador tan llamativo. Ni siquiera en una rueda de tractor. No nado muy bien, y la posibilidad de volcar en una represa me aterra. Pero habíamos bebido, sí.
Era un viernes de junio, y habíamos llegado al merendero de la orilla al salir del trabajo, a eso de las tres, y a eso de las cinco, mirando las jarras que se acumulaban como torres vigilantes alrededor de las fuentes de salchipapas, ensalada campera y cáscaras de gambas, decidimos que ya no merecía la pena ir a comer a casa. A las siete nos daba vergüenza seguir en la misma pesa de aquella terraza en que los oficinistas iban siendo sustituidos paulatinamente por universitarios. Fuimos pidiendo la cuenta, pero la patrona insistió en invitarnos a otra ronda. Y entonces fue cuando cruzó Pedro, el hijo de Juan, yendo con su pandilla hacia el río. Cualquier otro padre hubiera deseado esconderse bajo tierra. Pero Juan era ese tipo de adulto que necesita constantemente demostrarse que sigue siendo joven. Oh, sí, lo es. Y yo soy ese tipo de adulto que dejaría arrastrar a una guerra, con tal de no tener que pensar qué hacer al minuto siguiente. En cuanto a Manuel... Yo creo que fue su espíritu bromista el que le llevó a sugerir la idea:

—Cuando era joven, bajé una vez el río en un flotador, hasta Aranjuez...
—Pues yo creo que tengo una colchoneta en el garaje.
—¿Esa mierda con forma de flamenco donde dormía la siesta tu ex? Yo no me monto en eso.
—No hay huevos.
—¡A la mierda! —dije, colocando la última moneda de mi parte de la cuenta.— Trae la colchoneta, que la inflamos en un momento. Pero primero, voy a mear.

Bajé las escaleras tambaleándome, comprobé que el baño tuviera urinarios —maldita manía de pintar las puertas de colores: los hombres daltónicos no distinguimos el azul del rosa—, vacié la vejiga y me metí la cabeza bajo el chorro del grifo. Cuando subí, Juan había ido a buscar la colchoneta.

—Cualquier día le va a hacer soplar la guardia civil, y le va a salir cara la broma.
—Pues menos mal que tú no conduces, Pepe, porque como te hicieran soplar a ti...
—¡También es verdad!

Después de media hora de pelear con la colchoneta, los tres estábamos bajando




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I'm writing my story in Spanish, but here is the beginning: "It was John's idea. I never though of going down the river in a purple flamingo-shaped floater, not even in a tractor tyre. I'm not good at swimming, and the risk of falling through a dam threatened me. But we had drunk. Yes, we had.

It was a friday of june and we just went to the river bar after work, at three o'clock. At five, looking at the glasses that, as watching towers, surrounded the plates of french fries, pepper salad and prawn shells, decided not to go home for lunch. At seven we were embarrassed as office workers were being slowly replaced by students. We asked for the check, but the patron paid a last round of drinks. And then Pete, the son of John, passed, going go the river with his friends.

Any other father would want to die. But John was that kind of grown-up that always needs to show he's still yound. Oh, he is. And I'm that kind of grown up that would go to war, just to avoid thinking what to do next minute. And Manuel... I guess his joker spirit moved him to say:

"When I was young, I went down the river up to Aranjuez..."
"I have a floater in my garage, indeed"
"That flamingo-shaped shit your ex used?"

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